miércoles, 3 de noviembre de 2010

El duende que vestía de luto


Detrás de la casa donde vive la pequeña Lina hay un pilón con un grifo que gotea, porque Lina vive a las afueras del pueblo, justo casi donde comienza un bosque de hayas muy verdes que dan mucha sombra, también hay robles y, cerca de los arroyos, fresnos, y algunos madroños viejos y altos amontonados en puntos concretos.
Lina tiene 6 años y lo está aprendiendo todo, y una de las cosas que más le gusta hacer por la tarde, es acercarse al pilón con su muñeca y jugar allí, porque debajo del pilón crecen unas pequeñas flores blancas y otras azules, y algunas setas pequeñas y oscuras, crecen casi todo el año en la humedad de un sitio tan sombrío y fresco, y allí también hay leña y unas baldosas viejas, algunos ladrillos y un carrillo viejo, varias macetas vacías y amontonadas… Vamos, que es un sitio perfecto para jugar, lleno de desorden y muy bonito y fresco, y a los juguetes de Lina les encanta, sobre todo en verano.
Una vez, salió a jugar pasadas las ocho de la tarde, mientras en casa se acababa de preparar la cena, antes de oscurecer, y al volver la esquina de la parte trasera, se quedó un momento quieta con los ojos muy abiertos: Un diminuto hombrecito (recordaba al blanco y arrugado rostro de su abuela Inés, sólo que del color de la tierra oscura regada por la lluvia) recogía las flores de debajo del pilón.
Evitaba todas las blancas, solo las azules le atraían, y las iba ensartando en un hilo, una por una, que le rodeaba el cuello y le caía por la espalda. Apenas medía dos cuartas, medidas con una mano de papá, claro, que sus manos son muy muy pequeñas, iba vestido de negro, todo de negro, unos pequeños pantalones negros, una camisa negra suelta abajo y un pequeño pañuelito negro, atado atrás, una especie de zapatitos, como los suecos de mamá, del color de la madera vieja, parecían de madera, sí, y unas pequeñas cuerdas al cuello en varias vueltas de las que colgaba una especie de piedrecita azul, muy pequeña y muy brillante, recogía flores, y cantaba… Murmuraba una canción; Lina no sabía qué canción, no decía nada, era una musiquilla vieja que la animaba. Y su ropa le hacía pensar en sus abuelas, las dos.
Mamá -preguntó una vez a su madre-, ¿porqué la abuela Paca y la abuela Inés siempre están con ropa negra?, ¿no le gustan los colores?, ¿ni a las otras abuelas?, la abuela de Carlos también se viste igual y la de Adela….
Son las personas mayores, hija –le decía su madre- , son costumbres… Ya lo comprenderás más adelante, pero tú puedes vestirte de muchos colores y si quieres….
A partir de ahí la explicación quedó perdida en su infantil pensamiento y se imaginó a su abuela vestida de azul, o amarillo, o con un vestido blanco con flores verdes… ¿Porqué no?.
En ese momento su pupila se centró de nuevo bajo el pilón, y allí, el extraño hombrecillo, muy quieto, la estaba observando con un enorme gesto de sorpresa y consternación.
Soltó de golpe la flor que aún tenía en la mano y echó a correr hacia los árboles, a una velocidad que a la niña le recordó a los conejos que a veces sorprendía echados en el pasto cerca de casa, ¡cómo corrían!, imposible hacerse con un conejito así como así, ¡y nacen prácticamente ya corriendo!; y aunque corrió tras él, en unos metros sólo se detuvo dándose por vencida.
En la misma línea que separaba el bosque del valle que daba a la parte trasera de su casa, junto al tronco de un haya vieja se detuvo el pequeño duende ( porque Lina sabía perfectamente y sin lugar a dudas que era un duende, un gnomo, lógicamente, llevaría un gorro rojo), y la miró con los brazos colgando a los costados, las flores azules en una ristra enmarañada alrededor de su torso y los ojos grandes, tristes y vidriosos, la boquita medio abierta…
-¡Ven duendecillo!, ¿no vienes?, ¡¡que quiero preguntarte…..!!!
Y en ese momento en cuestión de apenas un segundo, saltó a las sombras del bosque y se perdió en ellas.
Claro está que Lina pensaba volver allí al día siguiente y al otro y así… A jugar de nuevo, y a ver qué había de aquel pequeño duende, tenía la esperanza de volver a verlo. También recordaba a su abuela Inés, vestida de negro, pasar por el camino delante de casa y detenerse al verla en el patio. ¡Abuela!- gritaba Lina mientras corría, -¿adónde vas?- su abuela iba, como no, de negro, y llevaba un ramo de flores en la mano, eran como unas margaritas grandes y violetas muy claritas salpicadas de cositas blancas y hojas finas y verdes. – Voy a llevarle esto a tu abuelo y a tu tía- decía su abuela, -cuando baje llego a casa, díselo a mamá-.
Dicho esto se alejaba, camino arriba, hasta donde llega el horizonte y una pared se levanta de la tierra llena de árboles oscuros con forma de lanzas que se elevaban desde la tapia hasta mucho más alto… mucho más alto… Pero a partir de ahí, Lina no pensaba más en eso, nunca había ido al lugar a donde lleva aquel camino, ahora pensaba en su duendecillo, vestido de negro, al que quería volver a ver sin falta al día siguiente. Estaba pero que muy ilusionada y contenta.

8 comentarios:

  1. querido amigo de visita y agradecer siempre la tuya y tus palabras ...es un placer ser tu amiga has de perdonar mi rapida visita estoy dando clases y desde el Aula te escribo
    un abrazo
    Marina

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  2. bueno me has tenido intrigadisima con la historia de la niña Lina...sus flores blancas y azules su abuelita el enanito de negro ...mur curioso este cuento y entretenido...me tenia esperando el final como cuando era niña...precioso .
    te dejo mi cariño y un beso
    Marina

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  3. UMN! que bonito debe ser tener por amigo a un pequeño duendecillo.Este es un cuento mágico y entretenido.
    Te pase a visitar.Cómo estás?

    Hasta pronto!

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  4. ¡Hola mi cordobés! Hace tiempo que no se de tí, menos mal que mi amiga Marina tiene noticias tuyas, eso me alegra.
    bonito cuento y buen final.
    Recibe mi ternura
    Sor.Cecilia

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  5. Hola, muchas gracias a las tres, siento estar tan perdido últimamente pero entre el trabajo, opositar y la búsqueda de piso (que ya está llegando casi a su fin si Dios quiere) no he tenido tiempo para visitaros ni tan siquiera para hacer una sóla entrada éste mes en mi blog, ya que ésta, que es la única ya ya tenía escrita y sólo la he movido y retocado un poquitín y a duras penas. Pronto volveré a visitaros a todas tranquilamente tomando café, y muchas gracias de nuevo de todo corazón.

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  6. Me alegra mucho recibir noticias tuyas y además con optinismo al encontrar piso e independizarte
    eso es una buena noticia...
    de momento también tienes aquí una buena amiga que desea lo mejor para tí.
    Gracias por la visita que ya añoraba y de corazón un abrazo de bien-venido "a mi casa"
    un abrazo
    Marina

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  7. Hijo mío yo sufriendo como si fuerse tu madrejajá!!Bueno, vamos por pates. Me alegro de recibir noticias tuyas, luego escribeme a mi correo
    sorceciliacodina@gmail.com
    y por último
    El lunes 22 es mi santo y mi blog ya tiene premios propios, te invito a que sino te has hecho seguidor de mi blog de premios lo hagas lo antes posible y el lunes vengas a buscar el PREMIO A LA AMISTAD.
    El blog de premios está en la primero pluma de oro.
    Recibe mi ternura
    Sor.Cecilia
    Allí estan los amigos que más me comentan y que de esta forma me facilitaréis teneros a mano para comertar y no perderme entre tantos seguidores.
    Gracias
    Bueno, manos a la obra y a publicar cosa bellas como tú sabes hacer.

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  8. gracias por pasarte por el blog... aunque sea de forma silenciosa... es agradable saber que el trabajo de uno evoca "algo", pues se supone que es la finalidad del mismo... pero en lo que no estoy de acuerdo, es en que no le des entrada a eso tuyo por el que dirán, no reniegues de tus hijos... quizás, si es otro tipo de temas puedes abrir otro blog sobre eso, no se, es solo una opinión... lo que si te digo es que me dejas con la intriga... si alguna vez lo publicas espero me avises, será un placer leerlo... de todas formas gracias por tus palabras y tu tiempo...

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