jueves, 30 de septiembre de 2010

El pollo rosa


Ésta pequeña historia forma parte de mi niñez, de las que tantas otras ya he olvidado. Apenas recordaba ésta, pero mientras tomaba café me ha venido a la mente como “una pedrada”, y no he podido evitar el tener que sentarme a “rescatar” mi recuerdo antes de que se vuelva a desvanecer.
Yo fui un niño muy especial, debéis creerlo porque lo digo yo, jj, y siempre tuve una conexión muy especial con mi madre, a quien adoraba, al contrario que mi padre con el que apenas he mantenido relación, ya que aún siendo lo buen padre que ha podido, siempre se ha mantenido distante, gruñón, y poco comunicativo. Mamá era muy bonita, para todos los niños su madre lo es, pero al crecer me he dado cuenta de que mi madre era reálmente bonita, para mí y para el resto de niños que compartieron mi infancia; tenía una cara bonita, una piel suave y blanca, una nariz pequeña ( que he heredado) , unos ojos muy dulces y un maravilloso y abundante pelo, largo y castaño claro que se ondulaba en sus extremos. Tenía (y sigue teniendo) un cuerpo bastante bonito que casi mantiene hoy a pesar de su edad, y yo la miraba deslumbrado cada vez que venía a recogerme al colegio, lleno de orgullo, porque mi madre era la más bonita de las madres que esperaban a la puerta del colegio.
La historia del pollo es corta. Jjj.
Un día bajé al mercado con ella, era muy pequeño, el caso es que fue la primera vez que vi aquello, que no la última. A pesar de todo mis padres eran unas personas muy prácticas y muy de campo, sencillos y humildes, y no se andaban con muchos rodeos a la hora de que mirásemos algunas verdades a la cara.
En una caja, en uno de los puestos del mercado, donde vendían huevos y otra clase de animales, había un montón de pollitos de todos los colores, -¡santo cielo!- pensé, - ¡pollitos de colores!. Yo nunca he sido un niño que pidiera mucho, me conformaba bastante con lo que me daban, y si pedía para mí, pedía también para mi hermana. Pero aquel día me daba igual mi hermana, quería uno de esos pollos a cualquier precio, me gustó especiálmente el de color rosa (me encanta el rosa de toda la vida, me parece un color de broma y divertido). Pedí el pollo muy seriamente: -Mamá, quiero un pollo rosa.
Mi madre lo pensó, me miró y me dijo: -¿Y qué vamos a hacer con él cuando crezca?, si es gallina nos lo podremos quedar ya que al menos pondrá huevos, pero si sale pollo, habrá que matarlo para comer, ¿para qué queremos un pollo?.
Teníamos un patio inmenso y un terreno tras la casa donde mi “pollo rosa” podría vivir feliz, no pensaba en otra cosa, así que volví a insistir sin dar explicaciones. Mi madre accedió y escogí mi pollo rosa, con el que me fui muy contento a casa.
En mi vida he tenido muchísimas desilusiones, dos de ellas fueron las siguientes:
1ª. El pollo creció y mudó las plumas, o sea que no era verdaderamente rosa, me sentí ultrajado y crédulo, estafado, desengañado de la vida: No existen los pollos de colores.
2ª. El pollo resultó ser macho, y mamá cumplió su promesa. No nos podíamos quedar el pollo si era macho.
Sufrí las consecuencias de mi elección, tuve una decepción y me quedé sin pollo, pero a pesar de todo lo superé, ¿o no?. ;-)

miércoles, 29 de septiembre de 2010

LA DIVA "ALTERNATIVA"


Se llama Catherine Deneuve, agregadla si os gusta el cine, no os va a defraudar. El celuloide es su trono desde que rodara “Los paraguas de Cherburgo”, y a partir de ahí ha pasado por las manos de directores como Roman Polanski, Lars Von Trier, Jacques Demy, Jean Paul Rappeneau, Regis Wargnier, FranÇois Truffaut, André Téchiné, Manoel de Oliveira, Dino Risi, o el mismísimo Buñuel (por citar sólo unos pocos) de quien fue musa en “Tristana”, “La mujer con botas rojas” y la inigualable “Belle de Jour (Bella de día)”.
Ha sido la imagen más duradera de “Channel”, se ha llevado la “Copa Volpi” en más de una ocasión, el césar francés a la mejor actriz, e incluso estuvo nominada al oscar por “Indochina”. Mujer y actriz amante del teatro y el cine, inteligente, bella, autodidacta, distinguida, que no quiso prodigarse por Hollywood porque a veces, venderse caro es venderse barato. Así que en Europa ha rodado cine de gran calidad ésta “belleza de hielo”, como la conocen en Francia, heroína del cine independiente, musa del 7º arte, quien no para de satisfacerme, fílmicamente, año tras año, desde que la descubrí hace ya mucho.
En la historia del cine, está escrito su nombre, sin pretensiones, con mucha clase y talento, con una elegancia, profesionalidad y glamour, que verdaderamente no existirían apenas ya en el mundo del cine de no ser por Catherine Deneuve.
Deneuve no es una estrella, es un inmenso satélite de hielo y cristales que gira fílmicamente alrededor de la tierra, icono cultural de un gran sector que nos enriquece a todos con su diversidad y colorido, y sobre todo, que sabe hacer magistralmente el trabajo al que se dedica ésta Diva “alternativa”.

martes, 28 de septiembre de 2010

Los paraguas de Cherburgo

Para inaugurar una sección dedicada al cine, que voy a ir “intercalando” y compartiendo con quien guste en éste blog, voy a escoger una de las más “exquisitas” experiencias que el cine me ha brindado: Los paraguas de Cherburgo.
En mi siguiente entrada dejaré la impresión que su protagonista me causa, actriz entre las actrices casi desde que tuvo conocimiento, perfecta y bella, dulce y fría, única.
El autor de éste film (recientemente rescatado en España en dvd, restaurada totalmente en sonido e imagen gracias a “divisa”, recuperados sus maravillosos colores originales, fue un éxito en su estreno internacional, a pesar de ser absolutamente cantada, y en su idioma original, el francés, forma que me parece “intocable” si queremos garantizarle el respeto que se le debe. Su realización fue la realización del sueño de su director, Jacques Demy, de hacer una película así, en donde la música mueve cada sentimiento, una maravillosa música de Michel Legrand que obtuvo la nominación al oscar y que se ha convertido en una banda sonora histórica. Cada color en éste “cuento” no es casual, todo está a juego, cada color va unido a un estado y a un movimiento, en unas tomas camaleónicas que van cambiando y absorbiéndonos, mientras nos emociona lo absoluto y antiguo de una historia de amor y desamor. Sinceramente lloré viendo ésta película a la vez que reí, la he visto con muchos seres queridos, que siempre me han agradecido su descubrimiento, y no conozco a nadie que la haya visto y no le haya encantado, sinceramente. Espero, que si la veis, compartáis conmigo vuestra impresión, me sentiré muy agradecido, sed valientes, ¡está subtitulada al castellano!, os gustará ;-)
“Prefiero idealizar la realidad, sino, ¿para qué ir al cine?”
Jacques Demy

lunes, 27 de septiembre de 2010

Noche fría; tierra quemada


Acompáñame un momento
En ésta noche fría,
Yo seré tu estrella
Yo seré tu guía.
Yo te abrazaré cuando el tiempo nos alcance,
Yo te besaré cuando sientas que no llegas
Yo tu fuerza alentaré, y tus miedos calmaré,
Yo, cuando no puedas más, contigo me sentaré.
Hoy voy a acercarme a ti
Para quererte,
Me das la mano, y así
Siento tenerte.
Yo contigo lloraré cuando el mundo te haga daño,
Te llevaré junto a mí donde no llegue dolor,
Donde nadie nos encuentre, donde nadie nos destroce,
Donde todas las tristezas se mueran en el amor.
Haz tu maleta, cariño,
Que yo te llevo hasta el tren,
Y te beso en el andén
Como si fueras un niño.
Yo doraré las mañanas, cuando necesites luz,
Yo cerraré las persianas si no quieres despertar,
Te abrazaré y dormiremos si lo quieres tú,
Te alentaré a levantarte para caminar…
Acompáñame un momento
Por ésta tierra quemada,
Yo sembraré antes de tí
Hierba para tu mirada.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Árboles nuevos


He mirado al árbol de frente y lo he sentido, he mirado cada hoja y cada rama, he imaginado cada raíz, fuerte y profunda, sana, he visto las flores y he probado los frutos. Ahora está en mí y sé mirarlo como algo casual y bienhechor que crece sin envidia en cualquier parte, se adapta y vive.
Un limonero es una niña que juega en un patio con un vestido blanco que no se ensucia.
Un ciprés es una Diva, elegante y oscura, aterrorizada del roce grosero de la vulgaridad.
Un olivo es una mujer que pagó todas sus deudas, pero no tiene esperanza nueva, y sí ganas de vivir cada mañana.
Un alcornoque es mi abuelo que murió, que me puso el apodo familiar y se pudre sin que lo conozca.
Un castaño es un vecino que sale a trabajar y saluda, tiene un coche viejo y una mujer que le quiere.
Un álamo es mi amor, y canta, me siento muy querido en su sombra fresca y nada me falta.
Un granado es una casita singular, sin forma definida, con habitaciones en las que se puede encontrar cualquier cosa extraña.
Un nogal es un padre que vigila, en el centro de un lugar que es suyo desde hace mucho tiempo.
Una encina es Dios, y a ella le pido, porque en la encina creo, que todo vaya bien, y que pueda soportar, de lo contrario.
Una mimosa es la bailarina de un circo, no se cómo llegó a mi calle con su vestido de pista y una tobillera con cristales.
Un naranjo es un naranjo, no quiero que sea otra cosa.
Un laurel es una ninfa, porque lo leí en un cuento, detenida a medio huir, y alzada entre llantos en madera y verdes hojas.
Un fresno es una cascada, porque lleva agua y cae, levantando espumas y arcoíris.
Un arce es el muro de un castillo viejo donde ya no vive nadie, tórtolas y murciélagos lo aprovechan.
Una haya es el bizcocho con fresas que preparó mi tía Chari cuando yo era pequeño, me gustó mucho.
Un madroño es mi amigo favorito, es mayor que yo y me defiende, de él aprendo cosas que me interesan, y viene a mi cumpleaños.
Una higuera es mamá, cuando me sube la fiebre, ella hace que me baje, trae agua a mi mesita y queso fresco porque estoy enfermo.
Un pino es la frutera del mercado de la “Plaza de Abastos” de mi pueblo, y su puesto, allí ya no hay nada y ya nunca bajo.
Un sauce es el rato que uno duerme, dejando atrás la consciencia para luego retomar lo que se hacía.
Un cerezo es el vestido de una novia, se quiere estrenar y todos miran, parece de encaje de papel, es muy bonito.
Un abeto es una copa de cristal.
Un júpiter es mi hermana que tardó en crecer y luego lo hizo de golpe, ha hecho ya su vida independiente.
Un manzano es un mantecado de los que mi abuela ponía cuando era pequeño en Navidad, sabía a limón, qué raro.
Un almendro es el cartero de mi barrio, ya se retiró.
Una palmera es una vieja que ha cumplido 105 años, tiene la casa muy limpia.
Un tilo es el primer coche que un muchacho tiene, le hace mucha ilusión y en él se besa con su novia.
Una jacaranda es mi amiga Inma, siempre fue preciosa y dulce, es muy lista y cariñosa.
Un eucalipto es un viaje inesperado. ¿qué sensación nos causa?.
Una platanera es mi “Coco”, mi pequeño perro que me sigue a todas partes, me hace gracia la platanera, siempre me acerco a mirarla.
Un olmo es un pueblo sin mar, en cuyo tronco se pone la mano al pasar.
Una melia a lo mejor soy yo, hace muchos años sembré una que creció, y hoy da sombra.
Éstos son algunos de los árboles que amo, podéis conocerlos, están en todas partes.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Querida FRIDA


Habría que escribir un cuento dulce y surrealista, para explicar a la artista, y entender a la mujer, o viceversa. Debería de ser un cuento en el que un montón de colores se derraman sobre una madera vieja, y ésta, vuelve a la vida y brota, dando flores y raíz rizada, tamarindos y naranjas de formas diferentes; entonces olvidas que ese árbol solo fue una tabla vieja, y al coger su fruta el árbol llora, pero al morderla, la fruta sonríe.
Entonces has llegado a Frida Kahlo. Al escribir su apellido en mi ordenador, Word no me ha reconocido “Kahlo” y yo he pensado: Desde luego no siempre se reconoce al artista como se debe, e inmediatamente he agregado ese maravilloso apellido a la gramática, para no cometer el error de la tardanza que otros cometieron en su día. Querido cactus florido, quiero seguir mirando un cuadro y sufrir contigo, quiero ilusionarme con una forma fuera de contexto, maravilloso ágave exótico que respiras al sol, voy a darte arena y agua para sonreír con lo que no comprendo, comeré frutas y beberé licor a tu salud, maestra; bailaré por ti sin mover mi cuerpo, porque el alma también baila. Quisiera una de tus flores como recuerdo porque han dormido sobre la cabeza que piensa, sobre la mujer que se supera, sobre la turquesa y la plata de tus pendientes estrafalarios y llamativos.
Voy a ser naranja y marrón mientras miro tu “Dos Fridas”, y tequila para inspeccionar tu “Columna rota”, quiero ver lo que tú viste en el agua, afianzar mi certeza de que te comprendo. Voy a darle un “10” a tu “Abrazo de amor del universo” y tú puedes seguir pensando en Diego, y para que nunca llores más, paloma rosa, escupiré sobre tu hombro para darte la suerte que ya no necesitas.
Quiero el ojo, que de un cíclope, supo mirar, ver quien eras, y en una caja de madera de rosal voy a dejar tu recuerdo para que pueda reposar, nácar negro, espejo de humo de los incas, hija de las tres culturas, pintora, enamorada, poeta, pero sobre todo artista.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

La orquesta de otro mundo


En este pueblo se dice: Si escuchas música en el jardín, a media noche, no salgas de la cama, déjala sonar, si suena durante 9 noches seguidas sin que caigas en la trampa, ya no volverá a sonar, nunca más, pero si sucumbes a la curiosidad, la escucharás para siempre, quieras… o no.
Esa noche dormía en su habitación de una modesta casita de huéspedes en las afueras del pequeño pueblo. Apenas eran cinco inquilinos que él hubiese contado, y había al menos cuatro habitaciones más vacías en esos momentos. Eran dos caseras quienes regentaban aquel bonito y sencillo lugar: Adela y Rosario.
Adela y Rosario eran hermanas, se llevaban sólo 14 meses, Rosario era la menor, y viuda sin hijos; no llevaba su inquilino ni dos días en la casa cuando ya escuchó su historia en una pequeña cafetería cercana: Adela era soltera y jamás se le conoció novio, cuidó de sus padres hasta la muerte de éstos que se había producido hacía unos diez años, con 3 días de diferencia, y quedó heredera al cincuenta por ciento de la casa y el terreno de los padres junto con su hermana, Rosario, quien sí que se casó joven y cuyo marido murió, tras 15 años de tranquilo matrimonio, un mes antes del fallecimiento de sus padres a causa de un ataque cardíaco, que lo fulminó en el instante justo después de cenar; y las hermanas, presas del tedio y en un arrollador impulso creativo decidieron convertir la casa de sus padres, la enorme casa de sus padres, en una casa de huéspedes, lo que les proporcionaba un ingreso y una distracción a partes iguales; se llevaban muy bien y eran bastante charlatanas, sobre todo Adela, la mayor.
La cocina en aquella casa era buena, la limpieza, inmejorable; todo estaba en su sitio y lugar desde el mismo momento en que cualquier huésped abriese los ojos. Pero de lo de la orquesta del otro mundo… De eso no le habían informado mas que el mismo día de la noche en que la escuchó. Le habían contado esa “curiosa” leyenda de pueblo de una música de ultratumba como “clásica”, - decía un abuelo amigo del dueño de la cafetería que apenas se ausentaba del lugar mientras hubiese luz-, el gesto afirmativo de la cabeza del dueño de la cafetería, secundaba afirmativamente tan insólita historia.
Siempre sonaba y siempre se iba, sólo con una diferencia, se llevaban a algunos. Y la orquesta crecía, se dice que con el paso de los años incluso habían incorporado instrumentos y rostros nuevos a su espectral asociación, que con pretensiones desconocidas, iba menguando positivamente con el paso de los siglos desde que el pueblo existía. Se decía y hablaba de otro pueblo mucho más antiguo, siglos ha, del que apenas quedaban restos, y por lo visto, contaban en la cafetería, su existencia se alejaba más allá de las oscuras luces del s. X. -Un pueblo antiguo, sí señor, y hay restos-, repetía el anciano de la cafetería.
Nadie le dijo: Es cierto, no es una leyenda, yo mismo la escuché hace años y me resisití a bajar, ni moverme en la cama, vamos. No vuelve a sonar nunca más si no bajas durante nueve noches, no te persigue, si bajas sucederá que…
Y la estaba escuchando, y sonaba muy profunda y lejana, pero perfectamente se deducía que provenía de la huerta que las hermanas cuidaban detrás de la casa, se podía imaginar los violines apoyados en el enorme nogal que crecía en el centro, y un piano, un enorme piano detrás, llegando al camino que baja a los estanques. No pudo verla desde la ventana del pasillo, todo estaba negro, más oscuro que una noche de luna nueva.
-¿Es una broma?, ¡qué curioso pueblo y qué curiosas historias!, ¿quién será, qué será?, ¿tendrán que ver Joaquín el de la cafetería y los vecinos?, ¿de qué aparato proviene la música?- pensaba mientras bajaba, escalón por escalón, a la planta baja.
Llegado abajo se acercó por el pasillo a la puerta trasera, echó un vistazo por el cristalito con la respiración algo contenida a favor de tan curioso momento, y sí, en el huerto había innumerables siluetas oscuras que se movían, las podía distinguir gracias a la mortecina luz que desprendía…. -¿el nogal?-Era como si el nogal, sus ramas más bajas, reflejaran una luz que les venía de abajo… De la gente.
Y poco dueño de sí abrió la puerta y sin pararse a cerrarla dio cuatro o cinco pasos y se acercó al escalón que unía casa y huerto, lo bajó, mirando… Podía verlos a todos, qué curiosos, alguna cara le sonaba, otras no… rasgos familiares, rostros llamativos, eran una orquesta, sí, y bien grande, eran los menos cincuenta y tocaban bien, qué tranquilo – se sentó en la tierra- tocan bien, sí, es muy bonito, da sueño y es agradable.
En ningún momento pensaba en lo reálmente insólito y sospechoso de desconfianza que resultaba todo aquello cuando cerró los ojos presa de un inadvertido sueño. Y se durmió escuchando... la música.
Era una música que se llevaba dentro, sí señor, una música muy antigua, de algún modo civilizada y primitiva a partes iguales, y de algún modo ya sabía que la música siempre debía seguir sonando cuando tuviese que sonar, igual que el sol se alza cada mañana para iluminar la tierra; era una regla, lo sentía, y una excepción también, algo extraño que se hace familiar a una velocidad inimaginable y que dividió la existencia en dos partes instantáneamente: Todo aquello que siempre había sabido o quiso saber… y esto; y con esto, cientos de cosas más, como un camino serpenteante y lleno de paredes y cuevas que cruza la tierra por debajo de la superficie, nuevo y extraño, lleno de posibilidades, y a la vez, sin posibilidad ninguna, ya lo estaba viendo.
La historia se siguió contando con pocos cambios en el pueblo, incluso en algún pueblecito cercano, y nadie decía a los visitantes: Es cierto, oiga usted, yo mismo la oí una vez durante nueve noches… Y, el año pasado contábamos ésta historia precisamente a un hombre muy agradable que por motivos de trabajo se hospedaba donde las hermanitas, y que se fue sin despedirse, oiga, es algo muy nuestro, siempre ha sido así.
Pero sí que con el paso del tiempo, se ha llegado a escuchar: Se dice que hay más violines éste año, el vecino nuevo, el que vino del sur a donde el Paco “el chico” la escuchó, nueve noches oiga, pero no bajó a ver…

sábado, 18 de septiembre de 2010

Una mujer como Romy


Querida pequeña niña soñadora, liberada de una familia rota que aprendió a volar y descubrió pronto quién era. Querida Romy, he sentido casi toda la diversidad de sentimientos que se puedan expresar, contenidos en tu dulce y alegre trabajo, y recuerdo gratamente a esa “Pupe” de “Boccaccio 70” donde te conocí, mucho antes que en “La piscina” o “Un destino de mujer”, por nombrar sólo un par de ellos, en donde estabas radiante y feliz aún, viva, telefoneando, fumando y maquinando ante la cámara, con tu dulce cara graciosa y bonita, y esos ojos de color de luna que tanto llegaron a llorar al final. Eres un mito imperturbable, eterno, de la historia humana, de su 7º arte, en donde estás prendida como el oro a la tierra, y en donde hiciste magia que nada tiene que envidiar ni a la pintura clásica o moderna, ni a la más perfecta música de los compositores de leyenda, ni al animal o planta más especial que haya creado la naturaleza. Ya no puedes dejar de existir, nunca más, ni desde el más frío silencio del lugar donde descansas.
Sonreí mucho viendo como correteabas en “¿Qué tal, pussycat?” junto a Woody Allen y Capucine, con tu radiante sonrisa en “Las cosas de la vida”, a pesar de que nunca te fue bien en el amor, y de que tuviste que sortear grandes obstáculos muy asiduamente sin dejar de deslumbrar en tu carrera y apariencia de muñeca graciosa y llena de vida, porque pienso que tu perfeccionismo era puramente casual, screen icon de un momento que, inerte, perdurará.Te vi llorar en “Lo importante es amar” en donde en la escena mítica en que te derrumbas me puso los pelos de punta, y ese sufrimiento, esa mirada azul me pareció imposiblemente triste y acabada, y lo sentí muy dentro; pocas veces un artista me ha llegado tan hondo, y en "Fantasma de amor”, uno de tus últimos trabajos, ya eras una Diva inamovible que había sentado un precedente para cosas, que después apenas se han vuelto a repetir.
Querida Romy, echo mucho de menos el descubrir un nuevo trabajo al que aplaudir con el corazón, como los que ya conozco, y aún doy gracias de tener que disfrutar de algunos pocos que aún no he llegado a ver, por lo que no tengo prisa, pues no quiero que llegue el día en que sepa que no me queda por ver nada nuevo de ti, aunque ya nada nuevo hagas, y lanzarme con nostalgia a redescubrir las cosas que ya conocía.
Muchos no saben quién eres, la cultura no es algo muy extendido, y dentro del cine alcanzan la fama carnes jóvenes que aún no se han ganado reálmente el lugar que ocupan, y que no saben reír ni llorar con la profesionalidad y autenticidad que el trabajo de un artista exige. Rubias que no me dicen nada con su bonita mirada y que no me harán sufrir, ni sonreír, y no te conocen porque tú estás muerta, y porque el cine que hacías es de muy buen gusto.
Se dice que aquel 29 de Mayo de 1982, moriste de tristeza, con 43 años, cuando te sobrevino la crisis cardíaca que te mató mientras escribías, pensando quizá en tu hijo, recién muerto, tu ala cortada, dicen. Porque en algún lugar leí que eras una paloma blanca, que con un ala cortada, no pudo volver a volar.
Querida Romy, el mundo te echa de menos; tú le has dado tanto…


Romy Schneider (1938 - 1982)

jueves, 16 de septiembre de 2010

Sueños


Sueños con un salón del color de los limones, de muebles blancos y un ventanal enorme que lo preside al frente. Una de las paredes es de color distinto, pero en los sueños no se sabe de qué color es. En la mesa blanca hay un gran cristal que la cubre y sobre el cristal hay flores frescas en un jarrón liso y transparente. Hay un ordenador portátil cerrado y dos cafés, uno solo con hielo y otro con leche.
En los sueños hay un sofá azul que nada tiene que ver con las paredes del color de los limones, ni con el blanco de los muebles y una gran burbuja de cristal llena de conchas marinas, caracolas atigradas y orejas de mar… Son sueños, nada más.
En la pared un cuadro color miel y azul profundo, hay tres cipreses lejanos sobre un lago, y en los sueños unos ojos lo miran recordando otra pared lejana y triste que ya no existe. Hay sillas blancas y dos sombras que se proyectan en el suelo de quien estará en el salón. Una me recuerda a ti, pues parece que sonría y que me quiera.
Hay un reloj de arena azul con un color que no tenía en su soporte, porque los sueños decidieron cambiarlo y la querida sombra que sonríe da el visto bueno. Pegada al salón en la cocina, una cocina muy divertida, hay dos platos de comida exótica que se está dispuesto a probar por curiosidad, y hay un dulce casero que apetece después, pero es el dulce de un sueño para que lo compartas con él, y como aún no existe, habrá que hacerlo.
Siento gemir en un dormitorio de cama grande, es un gemir lejano porque aún no existe, y ruido de caricias y secretos de alcoba, cosas que se cuentan sobre la almohada antes de entrar al otro mundo de los sueños, el que nos sobreviene cada noche cansados de existir un día entero lleno de ajetreos y proyectos, de trivialidades y costumbres queridas.
Y en un cuarto de baño de barro de colores alguien de sueños se limpia los dientes frente a un espejo.
Sueños de un día que amanece con cosas por hacer y una luz radiante y clara que abre de nuevo todas las habitaciones, tranquila y despreocupada, lanzándonos al mundo después de un abrazo, y llenos de esperanzas.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Perséfone en los Infiernos


Era un día azul y despejado, y en la eterna primavera cuidada de su propia madre, el valle que se extendía ante ella era verde y fresco. Llegando a la tranquila sombra de los árboles que crecían junto a un arroyo crecían sanos en la humedad los cyclámenes, que recogía sin prisa, perdida en un montón de agradables pensamientos.
Abierta de golpe la tierra en una oscura y cálida brecha a sus pies, no supo ni alejarse desconociendo que la desgracia existía; brazos ásperos y grises como la piedra, tentáculos salpicados de ojos de miradas frenéticas, humo que le hablaba obscenidades al oído que la niña no comprendió, caricias posesivas y degradantes que no fueron consentidas y mil irrealidades más, la bajaron hasta la entrada de los Infiernos entre tierra y gemas que parecían no acabar nunca.
Llorando y asustada llegó hasta la barca de Caronte en donde fue alojada, emprendiendo el viaje oscuro y amenazante a través del Estigio, acordándose de su madre y de la tierra que era su hogar, con el último y pálido cyclamen aún en la mano, que se pudrió con tristeza y calor como ninguna flor lo hizo antes.
En la tierra Deméter lloró desconsolada y buscó a su hija, el calor abrasador marcó el primer Verano en el mundo y arrasó campos verdes y vivos volviéndolos ocres y crujientes, hubo árboles que se adaptaron y otros que perecieron sin agua, y lirios y azafranes desaparecieron de laderas y valles donde las rocas parecieron crecer como lo hacían antes las flores.
Perséfone fue alojada en los Infiernos, cuidada con egoísmo y amada sin amar por el dios de la muerte y lo subterráneo, se negó a comer y a cantar porque ya no era feliz, y lloró y clamó al Olimpo compasión.
Noticias llegaron a la madre y el fuego se hizo en sus pupilas, hizo viajes y tratos y pidió favores, descuidando el mundo y llena de odio y ansiedad. En los juicios del Infierno 7 gajos de granada marcaron la penitencia y la libertad fue medida, a merced de cuanto hubiera comido del árbol de los muertos la muchacha arrepentida, y suspirando de pena se abrazó a su madre para volver a la tierra por un tiempo limitado, haciéndose su vida prácticamente la mitad en el Infierno, y Deméter, insatisfecha y llena de rencor, dio comienzo al primer Invierno que existió en la tierra, descuidando, despreciando su deber y la labor que con mimo había ejercido desde el principio de los tiempos. Perséfone volvió una tarde a los infiernos, las huertas se secaron, y el hombre conoció la nieve, y el frío.

jueves, 9 de septiembre de 2010

IRIDISCENTE


Los recuerdos que de ti guardo son como un caleidoscopio en mi cabeza, están por todas partes, juntos y desperdigados, son de muchas formas, tamaños y colores, algunos incluso “huelen” bien cuando los percibo. A veces veo una niña con el pelo muy largo y liso que viene a buscarme al patio del colegio, a la hora del recreo, tienes un caleidoscopio de cartón rojo en la mano con su lente rota, y yo, te cuento una historia de miedo.
Hemos descubierto que María del Mar es una “chuleona” y a veces nos juntamos con Marta o María Martínez a la hora del recreo, pero yo te prefiero a ti. Tú has descubierto “El barco de vapor” y “El duende verde” y los lees. Devuelves “Fray Perico y su borrico” a la biblioteca del colegio y yo lloro con “Adiós Josefina”, mientras el niño del libro aprende que no todo se puede tener en éste mundo.
Ayer vimos Fraggle rock y a la tarde, descubrimos que en los botes de champú de Johnson´s venían unos pendientes de plástico translúcido, con formas de diferentes frutas de diversos colores pasteles y transparentes. Tú tienes unos pequeños limones, y yo he regalado a mi madre dos manzanas muy bonitas, son un tesoro.
Han estrenado “Viernes 13” en el cine de verano y está prohibida a los niños, pero yo he conseguido verla y te la cuento, a ti te da miedo, pero escuchas, y llevas unos coleteros a lo largo del pelo de un azul oscuro muy brillante, y tienes unos ojos enormes en los que me reflejo.
Te llamo siempre “muñeca” porque eres muy bonita, y claro está, sé que te gustan las cosas bonitas; coleccionas marcapáginas y ya eres una mujer. Te gusta el nácar y la madreperla y te regalo una caja metálica cubierta de madreperla que hace aguas verdes, azules y violetas, para que guardes cosas. Te gusta el coral y la plata, y las incrustaciones de piedras bonitas no muy valiosas, de llamativos colores, te gusta el lapislázuli, el jade y el ámbar, también la turquesa, y los vestidos vivos que realzan tus formas voluptuosas y españolas. Te encanta el café y lo tomamos juntos, las comidas tradicionales y los sabores nuevos, exóticos y llamativos, que asimilas o rechazas con naturalidad y convencimiento. Te gusta llevar las uñas limpias y esmaltadas, y a mí, cuando veo moverse tus manos al hablar, blancas y suaves como dos palomas, tus uñas esmaltadas me parecen el casco de un barco muy brillante y pequeño que refleja el agua de un fondo poco profundo y muy luminoso, agua que se mueve perezosa y viva. Sigues creciendo, porque aún eres pequeña; y aprendes más y mas cosas, dejas libro por libro todo cuanto tocas, abres y lees en tus estanterías repletas de novedades y clásicos. Llevas falda porque la prefieres al pantalón, sobre todo cuando sales, y muy rara vez te recoges el pelo. A veces sí te lo recoges, con un alfiler, de manera muy casual, cuando llevas tu pijama puesto en casa y te sientas a leer o hablar conmigo en el sofá, frente al patio con tu enorme y viejo limonero que nunca deja de dar fruto. Siempre que bajo el suelo del patio está salpicado de limones maduros y flores de azahar, tú te disculpas porque no te parece limpio, pero a mí me parece que está perfecto y que así está bien tu patio, salpicado de limones y flores blancas, porque aunque no te des cuenta, te quiero porque tú eres igual.
Amiga mía. (Para I)

miércoles, 8 de septiembre de 2010

CHATARRA


Hay quien pasa por la vida sintiéndose exclusivamente a sí mismo, viendo un paisaje desdibujado en contraste con sus propios e intensos colores. Hay quien se adora de tal modo que le resulta muy difícil pensar en el futuro, y cuando ese futuro llega y se come cuanto fue, y echa raíces en su joven carne y la devora, es capaz incluso de no reconocer su error y su soberbia y se instala de nuevo en el pasado; y en lo maravilloso que fue un día.
En lo que se busca en éste mundo, lo que se quiere de ésta vida, está la clave para saber los valores de cada cual, en lo que se ama y admira, en lo que se detesta.
Intransigentes, carne del tiempo, Narcisos que se ahogan tristemente, piedras de río pintadas del color de los ópalos volcánicos, déspotas de intenciones tiranas, que la suerte no os de poder para no hacer el bien, que es lo que no haréis para matarme de tristeza.
Veo la carne y miro los ojos, quiero saber qué hay dentro de un envoltorio de seda viva y joven, porque quizá sea desilusionante apartar ese maravilloso papel y encontrarse con chatarra en las manos que no da cariño ni amistad, chatarra que no aprende ni es motivada por el honor y la razón, que se pudre con la constancia de los días y se oxida en la mirada. Labios carnosos y sonrosados, hermosos, que no emiten sonidos sanos; bonitos ojos rasgados y dulces, de pupilas vacías que ven sin mirar, valoraciones huecas y superficiales a las que no me quiero ver expuesto por vergüenza de especie, torsos definidos y brazos fuertes que no me calientan ni abrazan con sus carcasas vacías, trivialidades, vulgaridad, os agradezco el sentirme afortunado bajo vuestras imponentes sombras griegas, y con mi sencillo rostro río y lo ilumino contento para amar a quien amo y quererme a mi mismo, coger los hermosos valores que me inculcó mi madre, y agradecido, ver la vida y sumergirme en ella disfrutando de todo cuanto me ofrece, sin clasismos ni delirios de grandeza, libro por libro, entre tiempo y amigos, y los cándidos ojos de mi perro, el destello del rojo de las rosas que sembré en mi casa y el cariño que sembré y recojo.
Yo tengo granates y zafiros que no saben que lo son, tengo hierba a la que quiero más que al oro porque es blanda, suave, fresca y verde, un despertar cada mañana cargado de verdades y de luz, una amor que me quiere y me querrá porque siempre seré lo que soy, y él lo sabe y me da un beso. Lo siento por ustedes, chatarra, que tenéis tan poco en ésta vida.
Pekeño, gracias por acompañarme, y por ser tan valioso por fuera y por dentro.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La mano con plumas


Ya estaba harta, pero que muy harta de esperar, había esperado su padre, y su padre estaba muerto, y ahora le tocaba a ella; pero ella no tenía tanta paciencia como su padre y además tenía el ejemplo de éste como reclamo y un pequeño bote de alcohol en la mano.
Su padre había poseído un bloque entero en un viejo barrio de Madrid, muy cerca del centro y en bastante decadencia en parte, los bloques viejos que se iban quedando vacíos eran completamente reformados, o vendidos, o derribados para construir bloques nuevos… El caso es que alguien ganaba dinero. Su padre no.
Aún había tres inquilinos en el bloque que gozaban de un alquiler de renta antigua y que apenas pagaban tres euros al mes; y además, de alquiler hereditario, pudiendo pasar de una generación a otra. No tenía ni idea cómo se las había arreglado su padre entre demanda y demanda sin arreglar aquel edificio; baños viejos, cañerías antiguas, goteras, sistema eléctrico pésimo, paredes peores… Algunos vecinos habían muerto sin heredero, algunos se habían marchado con el paso del tiempo, pero aún quedaban tres puertas cerradas, con la ley a su favor. No era justo que ella apenas tuviese un sueldo de mil euros al mes, estando soltera, teniendo un edificio entero a su nombre en el centro de Madrid, no era justo. Pero su padre estaba enterrado y ella tenía un plan.
Pensaba en algo discreto, como provocar de alguna manera unos chispazos en los contadores, eso sí, con un poquito de alcohol daría fuerza a una llama recién nacida, lo justo para que ningún especialista pudiese atribuir la causa del desastre a una acción humana, algo intencionado, las mismas cajas que guardaban los contadores eran de madera vieja. En su garaje había encontrado tras unas cajas el pequeño nido de una rata, todo migajas y trozos de telas y cartones muy roídos, olía bastante mal; lo colocó en una esquinita inferior en una de las cajas de los contadores y roció a su alrededor un pequeño chorro de alcohol, dio con un destornillador entre los cables un poco a ciegas, no sabía muy bien cómo funcionaban esas cosas, saltaron unas pequeñas chispitas, pero nada de fuego; ya estaba harta, acercó el mechero encendido, la llama se levantó enseguida, no muy grande, pero bastante decidida, una pequeña sonrisa iluminó su cara justo cuando escuchó a sus espaldas a la mujer que vivía en el primero, lo había olvidado:
-Pero… ¿qué ocurre?, ¿qué hace usted en…?
Fue tan rápida que ni siquiera ella se dio cuenta, y antes de reaccionar ya le había clavado en el cuello el destornillador. No muy fuerte, pero lo justo y con la suficiente suerte de acertar en el lugar adecuado y un chorro de sangre saltó en dirección a la puerta abierta del piso de la anciana, y cayendo esparcido sobre las losas del suelo, le dio el empujón que le faltaba. Arrastró a la anciana hacia su piso mientras las llamas tomaban fuerza afuera, empujó la puerta y casi se muere del susto: Esos horribles pisos de las viejas -pensó- llenos de horteridades y adornitos salpicados por todas partes. En un mueblecito oscuro en la entrada, delante de un enorme espejo, había una cabeza de pavo real disecada, con cuello y todo, y de la parte inferior salía la enorme cola que se abría y extendía delante del espejo, por supuesto, el resto de la superficie del mueblecito estaba salpicado de baratijas varias y cajitas, una bastante grande; la abrió, y estaba llena de piedras, piedras grises y romas como las que se encuentran cerca de los ríos. Olvidó la cajita y ese montón de plumas que le asfixiaban la vista y dejó a la anciana tumbada en medio de la entrada.
Subió las asas de su bolso al hombro, bien colocadas, preparada para la retirada, y cogió la cabeza de aquel horrible pavo real con la intención de arrojarla sobre la anciana; las plumas secas prenderían bien, quería irse a casa e irse ya, y esperar… Pero se quedó con la cabeza y el cuello en la mano, la enorme cola seguía en la repisa, mostrando sus hermosas plumas muertas, así que arrojó la cabeza al suelo, y cuando acercó la mano a la cola del ave, las plumas se movieron, se abrieron más… mostrando toda su macabra belleza ante los atónitos ojos de la asesina, de la pirómana, y de la parte inferior surgió una mano vieja y arrugada como si despertase de un sueño, muy lentamente; pequeñas plumas nacían desde la misma muñeca de aquella grotesca visión y se extendían altas en movimiento, y en el dedo índice un gran anillo de plata con una especie de incrustación de madreperla en el centro en los mismos tonos que el centro de la terminación de las largas plumas. La madreperla se abrió, como un párpado… y la miró.
Un enorme ojo gris y anciano que pasó inmediatamente del ensueño a la más viva consciencia con gesto de asombro, se tensó enfadado… Y el exótico ejemplar se abalanzó de un salto sobre el pecho de la mujer. Dio dos pasos atrás, trastabilló, y cayó de espaldas cerrando por completo la puerta; perdió el bolso y se abrió su abrigo, pataleaba junto al cadáver de la anciana mientras se intentaba deshacer de aquella especie de quimera extraña que la arañaba el pecho con sus largas uñas, mientras el ojo en el anillo la miraba con expresión de odio y de furia. Las plumas se movían nerviosas, algunas salieron despedidas en el ataque, tan largas eran que la cubrían hasta más debajo de las rodillas intentando envolverla; logró subir, se asió a su cuello arañando, sintió la sangre rodear su cuello en finos hilos mientras gritaba y una cortina de humo empezó a pasar por debajo de la puerta, y enseguida, pequeñas llamas -¡el bote de alcohol- pensó.
El bote de alcohol, abierto en el suelo del portal había sido alcanzado por las llamas y se escuchó una pequeña deflagración, al instante unos gritos que provenían de arriba; abajo, con una mueca entre horror y desconcierto consiguió liberarse de aquella mano que fue a parar al espejo provocando una enorme grieta que lo dividió instantáneamente en dos partes iguales. Logró recomponerse en menos de un segundo, y aún de rodillas, asió el pomo de la puerta con una mano mientras con la otra aferraba el bolso por las asas. Sintió una presión en su tobillo derecho y las uñas se iban clavando pantorrilla arriba mientras que las plumas de nuevo la iban envolviendo, la cola se abría y cerraba, podía oír perfectamente el sonido de los coletazos a sus espaldas… tragó humo, tosió, y entonces escuchó el sonido; así cantaba aquello, igual que un ave como a la que pertenecía aquella cola, como cantan al atardecer.
Incluso los vecinos de arriba pudieron escuchar el canto del ave y los gritos de la mujer, el fuego se expandió tan deprisa que cuando llegaron los bomberos no hubo mucho que hacer, las llamas prácticamente devoraban el edificio de tres plantas, dos edificios colindantes fueron evacuados, y cuando de madrugada se pudo acceder al bloque, sólo se encontraron seis cadáveres calcinados en medio de las ruinas, y en el patio, una pila de agua para lavar la ropa, un viejo florero desconchado, y una hermosa cola llena plumas de pavo real que salía del florero y se apoyaba en la pared, llena de humo.
¡Qué cosas más raras tienen algunas viejas en casa!