jueves, 17 de febrero de 2011
ABUELOS
Yo no sé lo que es tener abuelos. Me da curiosidad, los niños con que jugaba de pequeño tenían mucha relación con ellos, la mayoría. Yo los veía, muy a menudo. Mi abuela Sinfo (Sinforiana) y mi abuelo Roque vivían debajo de casa y yo bajaba continuamente a importunarlos, eso casi me cuesta el dedo meñique de la mano izquierda un día. Mi abuela me sintió bajar, ya casi estaba, me agarraba con la pequeña mano de un niño de 5 años ya al marco de la puerta metálica de la entrada cuando la cerró de golpe. Era muy travieso desde luego, y ella no me tenía especial afecto, entonces no me daba cuenta, pero más tarde sí; y la castigaba dañando sus plantas para que sufriera (ahora soy jardinero).
Mi dedo volvió a su lugar con unos puntos de sutura, el hueso no resultó dañado por suerte, y yo seguí creciendo. Los regalos por reyes se acabaron pronto, tendría ocho o nueve años cuando recibí el último. Jamás tuve bicicleta, aún lo intento superar. Mis padres eran pobres, gente humilde que se gastaban todo lo que ganaban en vestirnos a mi hermana y a mí, darnos de comer lo mejor que pudieron, que fue bastante, y ahorrar para nuestro futuro.
Mi abuelo Roque murió hará diez años, más o menos. Lo supe por teléfono. Un primo mío me llamó y me avisó. Lloré un momento, muy corto, pero sinceramente no lo sentí. No sentí haber perdido a nadie, en realidad nunca le conocí; no era malo, simplemente era un extraño. Cuando era pequeño solía pegarme con el cinturón cuando me portaba mal, si podía alcanzarme, porque yo corría mucho, claro. Bajaba bastante a casa de mi abuela, pero era inútil, ¿para qué?, si ella nunca quiso a mi madre ni trató bien a mi padre, ni a ninguno de sus otros tres hijos. Quererme a mí sería absurdo. Recuerdo un día en que por algún motivo desconocido, instaba a mi abuelo Roque a que pegara a mi tía Ana, lo hacía con el mango de una de esas escobas de madera que ya no se hacen, el caso es que mi tía lloraba intentado esconderse tras un sofá, hasta que el palo se partió en dos, mi madre medió como pudo, y recuerdo a mi madre llorar después consolando a mi pobre y deslomada tía, que tendría unos 16 o 17 años; y eso es solo para hacerse una idea del resto; mi padre aún conserva una cicatriz de 5 cm en la cabeza que según testigos, le fue ocasionada con una paleta de cocinar metálica por coger las migas de una cacerola sin permiso. Mi abuelo Francisco nunca tuvo sentimientos, literalmente hablando, y sigue sin tenerlos, para qué engañarnos. Sigue blasfemando igual que siempre, criticando y quejándose de todo, la última visita que recuerdo hará un año, llamó a mi hermana “perrrra”, sí, con tantas “erres”, y mi hermana, no es porque sea mi hermana, es una persona estupenda, muy educada y con mucha clase, que ante semejantes desbandadas suele callar y hacer mutis por el foro; aunque, próximo a la muerte, yo sé que tiene miedo y está pensando en muchas cosas. Mi abuela Manuela siempre se mostró muy cariñosa cuando bajaba, pero a mi su mirada zorruna y lista nunca me cuadró con sus palabras, y la he pillado en muchas contradicciones, sé que a veces, sino muchas veces, siente envidia de la gente que se lleva bien, porque me ha llegado a instar a pensar mal de personas muy cercanas a las que quiero mucho, y a las que ella debería de querer mas que yo.
En fin, siempre he sabido que no he tenido abuelos, pero hará cinco años enfermé y estuve en el hospital tres meses recuperándome de algo bastante grave. Los primeros días nadie apostó por mi vida y tuve problemas con los órganos principales, estuve en coma y luego consciente en la “uci” dos semanas hasta que me subieron a planta. Cuando por Navidad llegué a casa aún no podía andar bien, apenas unos metros y me fallaban las piernas. Yo nunca he hecho nada feo a ninguno de mis abuelos, e incluso he fingido quererlos porque era lo normal. Pero lo cierto, es que ninguno de ellos se acercó al hospital, ni subió a casa cuando me dieron el alta, antes de que aprendiera a andar… por segunda vez en mi vida.
Aún así, los perdono y vivo. Si Dios existe (muchos lo dudan, otros saben con certeza que está ahí) sé que ha de perdonarlo todo porque al fin y al cabo, Él es eso, amor, perdón y comprensión. A partir de ahí, yo aún no sé muy bien lo que pensar, tampoco he vivido tanto ni como ellos.
Otra de mis muchas espinitas.
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Hola a todos y disculpas por la ausencia que va ya para dos meses, he entrado precisamente a dar al menos noticias, señales de vida y me ha costado recordar la contraseña, jeje, lo siento mucho, he estado entre atareado y sin ganas de entrar nada al blog, pero espero ponerme un poco al día en muy breve espacio de tiempo, con ustedes y conmigo mismo.
ResponderEliminarGracias sobre todo a mis últimas visitas y a mis constantes Marina, Sor Cecilia, Ligia 40ñera, Humo, Rayén y algunos más que seguro me dejo en las prisas.
Disculpas de nuevo y hasta muy pronto, dejo ésta entrada, un poco susceptible a las críticas que ya tenía escrita hacía meses y que por diversos motivos nunca entré.
Muchas gracias de nuevo.
¡Bienvenido de nuevo cordobés!
ResponderEliminarEntre la alegría y de la tristeza, son los sentimientos que expresas para contar malos y buenos recuerdos que quedaron grabados desde niño en ti.
Tus reflexiones no son motivo de críticas, pienso que te han servido para relajarte escribiendo vivencias que duelen y oprimen el corazón. Aún así, los perdonas porque hay amor en ti y con rencor no se puede vivir.
Me alegro de tu vuelta
Un fuerte abrazo lleno de cariño.
Vamos a ver,yo sólo conocí a mi abuela porque los demás ya habían muerto, creo que es mejor tenerlos , aunque no sepas porque se comportan así...
ResponderEliminarPiensa, tú no eres el culpable, ni debe importarte el comportamiento que los demás tengan hacia tí, sea bueno, malo , de indiferencia o de preocupación...
Vive, deja vivir y disfruta de lo que tienes...
Bsos!!
Me alegra que hayas vuelto, aunque sea con un tema tan triste como la falta de cariño de un familiar entrañable como es un abuelo. Yo sólo conocí a mi abuela cuando era una niña, después mi madre se enfadó con toda la familia y no volví a verlos hasta que pasó mucho tiempo, me casé y la visité en sus últimos años. Es una pena, pero la vida a veces es así de incomprensible. Abrazos
ResponderEliminar¡Hey!, ¡Bien venido!, no sabes como me alegra saber de ti, lo que pasa es que es una historia muy triste, hay un refrán que dice que Dios da sombrero a quien no tiene cabeza y bueno contra la falta de sentimientos no hay nada que hacer.
ResponderEliminarPero seguro que la vida te lo compensará con alguien que te quiera un montón o al que tu querrás.
Un besote me alegra tu vuelta
Me alegra volver a leerte, muy bello escrito con mucho amor y nostalgía, que lindo recordar cuando eramos niños y las cosas que podiamos llegar hacer.
ResponderEliminarTe mando un fuerte muy fuerte abrazo con todo mi cariño.
PD: Haber si pasas por mi casa de la abuelita!!:))
aqui me tienes de nuevo veo que cambiaste el post pero haber si te caes por mi blog ...feliz fin de semana un abrazo
ResponderEliminarMarina
me ha dado tanta alegria verte de nuevo que vengo a darte las gracias no sólo por verte de nuevo ,también por tus elogiosas palabras a mi poesia ...la del mar es cierto que debe ser mas preciosa de lo que a mi me parece que ha sido muy elogiada en el Casino donde yo soy tertuliana y doy alguna conferencia...ademas mis poemas los recito yo y les doy la vida que de ellos escribo.
ResponderEliminargracias ¿como te llamas?
un beso
Marina
Guardo un recuerdo fantástico de mis abuelos maternos. a los otro casi nos los conocí, solo de año en año cuando los iba a visitar. Los abuelos son una joya. Llevan a sus espaldas experiencia. Unos saben utilizarla para correjir errores, otros para desesperarse en ellos. ¿quién puede juzgar a nadie? Siempre queda ese secreto interior personal de cada uno que alberga mil emociones y sentimientos ante lo vivido. Me quedo con tu perdón y amor, porque eso es lo real. Y los que se equivocan...
ResponderEliminaren algún momento lo reconocerán: aunque no nos enteremos. Un abrazo